Si hace tres meses me hubieran preguntado sobre el escenario en el que creía encontrarme actualmente, habría afirmado estar despidiéndome de un verano fantástico cargando unos ojos llenos de miles y miles de kilómetros de viaje.
No obstante, allá por Julio mi verano no estaba escrito.
A dos semanas de empezar el Interrail ya estaba todo planeado. Vuelos. Rutas. Alojamiento. Ilusión. Ganas. ¿Qué iba a dejarme en tierra?
¿Una catástrofe climática?
¿Una invasión alienígena?
¿Una epidemia zombie?
¿Una desorbitación terrestre?
¿Nos absorbería un agujero negro?
O quizás.. ¿la península quebraría por Los Pirineos y sería arrastrada Océano Atlántico 'pabajo'?
Lo que parecía imposible resultó ser demasiado simple: Neumotórax espontáneo.
Se traducía en un mes de reposo relativo y tres meses sin coger vuelos. Punto y aparte.
Meses atrás había invertido mi tiempo diseñando esos dieciséis días; en plenos exámenes la ilusión me quitó horas de estudio. De noche soñaba con ese viaje y de día soñaba despierta. Y de repente, como en una de esas desapariciones mágicas de cine, todo se esfumó.
Cuando mis ánimos empezaron a flaquear, una frase me encontró:
"La resignación es un suicidio permanente"
[...]
Este verano me daría para mil entradas más, por lo que en ésta simplemente quiero compartir una de esas reflexiones existenciales que marcan hitos personales.
Gracias a mi desgracia he entendido que buscando lo bueno en las malas, por muy reducido que veas tu horizonte, puedes conseguir darle la vuelta a la situación y lograr que esos planes sean los mejores del mundo. Solamente necesitas desalojar de tu mochila todas las piedras pesadas y cargarla de sonrisas y nuevas ganas. Algunas veces será más fácil que en otras pero siempre debes encontrar la forma, porque ¿quién fija los baremos de cada acontecimiento? En nuestra cabeza está el chip y nuestros pies son los que marcan el paso.
Ahora, con mi verano ya pasado dejo escrito, y reescrito, que me he despedido de un verano fantástico, cargando unos ojos llenos de miles y miles de kilómetros de amistad, de amaneceres y atardeceres en cada Martes y de nuevos planes que, independientemente del día y hora, ya vendrán .
Quiero daros las gracias a vosotros, a todos aquellos que habéis formado parte de mí en este tiempo, por trasladar todos mis epicentros y romper mis esquemas a base de seísmos.
Alba