Colgar después de una hora y media y soltar una sonrisa,
porque estás aquí ...desde allí.
Porque de esta época de constante cambio eres consuelo,
cada día.
Y es que gracias a ti nunca olvidaré quien fui, ni quien soy,
y mañana seguiré recordando.
Conozco bien la distancia pero nunca la imaginé en ti,
mi querida y eterna sonrisa.
Eh tú. Sí. Hoy es uno de esos días. En los que la pasividad me retiene aquí anclada, sin ningún objetivo productivo. Ya se acaba el verano. Qué bien; qué mal. Nos quejamos de la rutina diariamente, y cuando se va la echamos de menos. Somos humanos y tenemos que rayarnos por derecho innato. Está claro. Muy buen verano, por cierto. El caso, hoy es uno de esos días, esos puercos días, en los que sin motivo coherente alguno, me rayo. ¿Remedio? Un parque, y alguna charla. Claro que esta noche Nadie no puede salir, y mira que Nadie es gente. Total, que decir "¿a quién le importan mis desvaríos?" equivale a un "¿Alguien me saca de aquí? Gracias". Es Lunes. ¿Y qué? A lo mejor tú tampoco le gustas a los Lunes. Es Martes, tal vez. Ya perdí el día a mediados de Junio.
Ahogué mi pena en el pozo de la soledad para no dejarle escapatoria. Ninguna vía libre para atormentar.
Este bolígrafo hace de compañía, más ya ha caído presa de tres muelas del juicio. Aunque sin él lo devoran.
"No me juzgues", tarde. Deberías haberlo pensado antes, ahora persistes en mi cabeza.
Es pesado el cuerpo sonámbulo, pero más lo es una sonámbula insomne, que a ciegas aviva cada instante.
No fue larga la espera. De quince en quince minutos me abobabas, eso ayudaba. Hace días me robaron, fui a denunciarlo y pronto me largaron. Ningún departamento trata delirio emocional.
Aquí las fronteras son utópicas, y lo único que no es ilusorio somos nosotras. Porque da igual cuánto pase, qué pase y cómo pase; siempre me encontrarás, y siempre te he encontrado.
No nos hemos reconciliado, porque nunca nos hemos peleado. Estuviste para brindarme tu apoyo, y vuelves a estar ahora. En realidad nunca te fuiste, y nunca me olvidé de ti; en realidad nunca me fui, y nunca te olvidaste de mí. El pasado, pasado está. Me quedo con el presente. Y el futuro, con fuerza y buena cara, recibido será.
¿Qué táctica maquina la gran pantalla para sumirnos en nuestra butaca; captando más de un minuto de nuestro silencio; para drogarnos de innumerables emociones? Allí me encontré, sin sillín rojo que me aupara; minúscula entre multitud de ecos. Olvidé inspirar, para así prestar plena atención. Entre pasajeras miradas, que con intriga observaba. Me llenaba cada instante, aquél donde te encontraba. Y pronto lo sentí necesidad. Envidié al humo que besabas, y moldeabas, y como si de una buena actriz me tratase disimulé mi torpe nerviosismo. Fue en ese instante, donde me percaté de la situación, el que deshizo los decorados y me devolvió la respiración. El mismo instante que me recuerda lo anterior, y que de nuevo me ahoga. Es al que inevitablemente llevo mareando desde entonces; alivio para el olvido, que no es consuelo, pues para nada es vacío. Analizadora de miradas, que como carátulas se camuflan. Éstas me reflejaban diferente, situándome en el abismo. La coherencia me arrancó.