No a la guerra.

Responderle al odio con más dosis de éste equivale a entrar en un absurdo bucle bélico. En él todo les da igual;

Les da igual reducir a cenizas ciudades enteras, cobrarle más sufrimiento a miles de familias, condenar al desastre el futuro de sus habitantes y el de generaciones que todavía ni han nacido; desvanecer cualquier estela que airee oportunidad.

No es que una parte del mundo valga menos que otra; es que a aquélla, abandonada, ni siquiera le adjudican un valor... la única meta que contemplan son los recursos que quieran robarles. Todas esas víctimas son daños colaterales; "accidentales" por supuesto.

Da igual que votemos cada equis años, la Democracia no maneja el mundo; asistimos a un teatro en el que nosotros mismos somos los protagonistas de un guión escrito por otros. Así, con opio, maquillan sus actuaciones para que parezcan legítimas.

Las armas no las carga el diablo. Las carga los sucios intereses capitalistas emanados por vacío de humanidad.

Porque no quiero ser cómplice, digo: NO a la guerra